¿Un residuo de la industria cervecera podría cambiar el futuro de los bioplásticos?

La transformación de residuos en productos valiosos es uno de los grandes desafíos de la economía circular, y el proyecto POLYMEER parece haber encontrado una solución innovadora. Apoyado por AIMPLAS, el Centro Tecnológico del Plástico ubicado en Valencia, España, este ambicioso proyecto tiene como objetivo crear una cadena de valor sostenible basada en bioplásticos, utilizando un residuo común […]

La transformación de residuos en productos valiosos es uno de los grandes desafíos de la economía circular, y el proyecto POLYMEER parece haber encontrado una solución innovadora. Apoyado por AIMPLAS, el Centro Tecnológico del Plástico ubicado en Valencia, España, este ambicioso proyecto tiene como objetivo crear una cadena de valor sostenible basada en bioplásticos, utilizando un residuo común en la producción de cerveza: el bagazo de cervecería húmedo (Brewers’ Spent Grain o BSG, por sus siglas en inglés). Con este avance, no solo se propone una alternativa a los plásticos convencionales, sino que se abre la puerta a una solución innovadora para un problema ambiental significativo.

¿Qué es el bagazo de cervecería húmedo (BSG)?

El BSG es un subproducto rico en fibras y proteínas, que resulta del proceso de producción de cerveza. A pesar de su abundancia, su aplicación es limitada. En la actualidad, el destino más común para este material es la alimentación animal de bajo valor o, en el peor de los casos, el vertedero, lo que genera impactos negativos para el medio ambiente.

En un mundo que demanda cada vez más soluciones sostenibles y alternativas a los plásticos tradicionales, el potencial del BSG está subexplotado. Aunque existen investigaciones previas sobre su conversión en bioplásticos, las aplicaciones actuales no han logrado escalar lo suficiente para marcar una diferencia en el mercado global de plásticos.

Bioplásticos: una industria en crecimiento, pero aún limitada

Los bioplásticos, aquellos derivados de materias primas renovables, representan hoy solo el 1,5% de la producción global de plásticos. A pesar de su promesa para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, la industria no ha crecido al ritmo necesario para satisfacer la demanda del mercado. Las limitaciones tecnológicas, la escalabilidad y la falta de alternativas competitivas con los plásticos tradicionales han frenado su desarrollo. Aquí es donde entra en juego POLYMEER.

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