Los biocombustibles desafían a la electromovilidad urbana

En un movimiento que redefine las estrategias de sostenibilidad en el transporte público, el distrito de Mecklenburg, en el noroeste de Alemania, ha decidido apostar por el biocombustible HVO100 en lugar de invertir en costosos autobuses eléctricos. Esta decisión pragmática subraya cómo las soluciones intermedias pueden generar un impacto inmediato en la transición energética, ofreciendo valiosas lecciones para otros países en la misma encrucijada.

La electrificación: un desafío económico para los operadores

Para Nahbus, el operador de transporte del distrito, el salto hacia la electrificación era financieramente inviable. A pesar de los subsidios gubernamentales que cubrían solo el 30% de la inversión necesaria, el costo restante para renovar completamente su flota resultaba prohibitivo. Frente a este panorama, la transición al biocombustible HVO100 ofreció una solución más accesible y sostenible.

En lugar de electrificar su flota, Nahbus optará por adquirir diez nuevos autobuses diésel compatibles con HVO100. Esta elección elimina la necesidad de modificaciones mecánicas significativas y capacitaciones adicionales para el personal, lo que permite una implementación rápida y eficiente con un costo marginal frente al diésel convencional.

Por qué importa esta decisión

La apuesta por el HVO100 refleja cómo los biocombustibles pueden acelerar la descarbonización sin esperar que las tecnologías futuras o los subsidios masivos estén disponibles. Este biocombustible, producido a partir de residuos y aceites vegetales, ofrece una reducción de hasta el 90% en emisiones de CO2 comparado con el diésel tradicional. Además, su compatibilidad con motores existentes lo convierte en una opción atractiva para flotas de transporte público.

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