América del Sur vive un boom del Bioetanol
La producción de etanol en América del Sur está atravesando un momento de expansión sin precedentes. Impulsados por políticas innovadoras, récords de producción y la apuesta por una movilidad más limpia, países como Argentina, Brasil y Paraguay están consolidando a los biocombustibles como protagonistas centrales de su matriz energética.
En distintos frentes, desde los campos de caña de azúcar y maíz hasta las decisiones regulatorias, el etanol se posiciona como una herramienta estratégica para acelerar la transición hacia una movilidad de bajas emisiones en toda la región.
Argentina rompe su techo: récord histórico de producción de bioetanol
Según un informe elaborado por Guido D’Angelo y Julio Calzada de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la industria argentina de bioetanol alcanzó en 2024 su mejor marca histórica, con una producción de 1,21 millones de metros cúbicos. El crecimiento se vio impulsado principalmente por la recuperación de la producción de caña de azúcar, que aumentó un 26% respecto al año anterior, mientras que la producción de etanol de maíz, pese a caer un 6%, se mantuvo en niveles elevados.
Este repunte tiene implicancias que van mucho más allá de lo estadístico. El informe de la BCR resalta que, además de su valor económico, el bioetanol ofrece un fuerte impacto ambiental y social: su huella de carbono es sustancialmente inferior a la de los combustibles fósiles, y su industrialización genera empleo y desarrollo a lo largo de todo el país.
Sin embargo, el potencial de crecimiento argentino es notable. Hoy, menos del 4% del maíz producido se industrializa en forma de etanol, una cifra muy baja en comparación con Brasil (13%) y Estados Unidos (35%), líderes mundiales en la producción y exportación de este biocombustible. Ambos países concentran cerca del 80% de la producción mundial de bioetanol, dejando en evidencia que el camino por recorrer para Argentina es aún amplio.
Por otro lado, el mercado interno de bioetanol en Argentina todavía tiene un amplio margen de expansión: el contenido de etanol en la gasolina alcanza apenas el 12% fijado por ley, un porcentaje muy por debajo del que ya se aplica en otros países de la región. Además, los vehículos flex fuel —capaces de funcionar indistintamente con gasolina, etanol o cualquier combinación de ambos— aún no están autorizados para su comercialización local, a pesar de que se fabrican en el país para abastecer a esos mismos mercados. Estas limitaciones regulatorias representan oportunidades concretas para potenciar la demanda interna de bioetanol y avanzar hacia una matriz energética más diversificada y sostenible.
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