La bioeconomía del maíz impulsa una nueva generación de materiales industriales sostenibles

Cada día, miles de millones de personas usan productos que dependen de materiales invisibles pero esenciales. Uno de estos materiales son los elastómeros, polímeros conocidos por su capacidad de estirarse y volver a su forma original. Hasta ahora, la mayoría de estos materiales se fabricaba a partir de derivados fósiles. Sin embargo, una nueva generación de elastómeros biobasados comienza a ofrecer una alternativa sostenible que podría transformar sectores como el textil, la automoción y la electrónica.

Esta innovación no solo responde a la necesidad de reducir las emisiones de carbono. También enfrenta desafíos adicionales: la dependencia de recursos fósiles, las dificultades para reciclar estos materiales al final de su vida útil y los procesos de fabricación que, en muchos casos, generan residuos contaminantes y tóxicos.

Pero un nuevo capítulo se abre en esta historia. Y una vez más, el protagonista es el maíz.

La bioeconomía circular del maíz: del campo a los elastómeros biobasados

En el corazón de esta transformación está la bioeconomía circular del maíz, una estrategia que maximiza el valor de cada parte de este cultivo emblemático. Ya no se trata solo de alimentos o bioenergía. Hoy, el maíz también es fuente de innovación en materiales avanzados.

¿Cómo?
Los marlos de maíz, que hasta hace poco se consideraban simples residuos agrícolas, ahora se convierten en materia prima para una nueva generación de elastómeros biobasados. Estos restos vegetales contienen azúcares que, mediante procesos biotecnológicos, pueden transformarse en moléculas de alto valor industrial.

Este ciclo virtuoso no solo aprovecha recursos que antes se descartaban. También reduce la necesidad de combustibles fósiles y contribuye a cerrar el ciclo del carbono, ya que el CO₂ capturado por las plantas durante su crecimiento queda integrado en los materiales finales.

¿Por qué son tan importantes los elastómeros y qué aportan los biobasados?

Aunque el término puede resultar técnico, los elastómeros están en todas partes. Estos materiales son indispensables en sectores clave:

  • Textil: prendas deportivas, trajes de baño, ropa médica (gracias al spandex/elastano).
  • Automoción: sellos, mangueras, componentes interiores.
  • Electrónica y herramientas: carcasas flexibles, protectores, aislantes.
  • Calzado: suelas y componentes de amortiguación.
  • Construcción y adhesivos industriales.

El desafío para todos estos sectores ha sido siempre el mismo: encontrar alternativas a los polímeros fósiles sin comprometer las propiedades que hacen únicos a los elastómeros —elasticidad, durabilidad, resistencia al desgaste y al calor.

Aquí es donde los elastómeros biobasados marcan una diferencia. Ofrecen una solución sostenible que mantiene —y en algunos casos mejora— el rendimiento de los materiales convencionales, mientras reducen el impacto ambiental.

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